A mi angelito de cuatro patas.
Eras mi angelito que llegastes al mundo a enseñarnos amor incondicional, amistad sin pedir nada a cambio, protección sin ganar nada y fidelidad 24 horas al día.
Eras un ángel que no poseías alas, sino cuatro patas, un cuerpo peludo, nariz de bolita, orejas de atención y mirada de preocupación, feliz cuando estábamos felices y triste cuando así nos encontrábamos, pero siempre a nuestro lado.
He podido apreciar tu humanidad perfecta, gracias por esos 15 años que nos has regalado y sabes que sigues en casa y sobre todo en mi corazón siempre.
Te quiero preciosa.